domingo, 8 de septiembre de 2013

El pijama de Getúlio Vargas: un encuentro

Pijama que portaba Getúlio Vargas la madrugada del 24 de agosto de 1954 junto con la pistola con la que esa noche se quitó la vida.  Foto: JILG, 2011
La excusa fueron una boda internacional y unos ahorritos, pero me gusta pensar que tuve la fortuna de visitar Río de Janeiro, entre otras muchas cosas, para entrar al Palacio de Catete (Catechi, en una burda trasliteración de esa improbable pronunciación que a veces parece ser lo único que divide a los lusoparlantes de los hispanohablantes). En la ciudad buscaba restos de su barroco pasado colonial y glorias de su etapa como capital imperial y republicana. De esa inacabable urbe quería también conocer algunos de sus "largos" (plazas) para compararlos con una plaza de la Ciudad de México a la que en ese entonces le hacía un estudio etnográfico. Buscaba también, por supuesto, una feijoada, una caipirinha en Ipanema y tomarme fotos con un par de entrañables iconos globales. No hay tiempo que baste a un forastero para compenetrarse con Río de Janeiro. Pero en Catete iba buscando a Getúlio Vargas. Y me encontré su pijama.

El palacio ubicado en la entonces suburbana calle de Catete,  fue la
residencia carioca de los barones de Nueva Friburgo, un título
nobilitario entregado por el emperador de Brasil, Pedro II, en el 1854
sobre una de las zonas más prósperas del estado de Río de Janeiro,
colonizada a principios del siglo XIX por familias suizas. Tras el
establecimiento de la República, la residencia fue la sede del gobierno
federal brasileño desde 1897 hasta la fundación de Brasilia en 1960.
Foto: JILG, 2011
La historia la conocía. Algún tiempo estuve obsesionado con aprender portugués de forma autodidacta y eso me llevó a lecturas y telenovelas portuguesas y brasileñas. Entre todo lo consultado, la historia de Brasil inmediatamente roba cámara por interesante y relativamente exótica. Ese aislado y anacrónico imperio del siglo XIX en una América republicana al que la sola referencia al exterminio indio y la esclavitud negra nublan la bucólica de los nobles construyendo suntuosos palacios con fortunas agrícolas. La convulsión brasileña por romper el orden colonial fue mucho más lenta y original que otras historias americanas. Aquí tuvimos guerras y Leyes de Reforma, allá tuvieron golpes militares y a Getúlio Vargas.

No quisiera entrar en muchos detalles de la vida de Vargas o de la historia brasileña, pues creo que hacerlo me pone en camisa de once varas. Me limito a lo indispensable para exponer qué es lo que pudiera ser atractivo de ir a rendirle homenaje a su pijama. La bibliografía en portugués incluye biografías, un diario, reseñas de quienes fueron sus colaboradores, novelas de conspiración, decenas de artículos de análisis, críticas y loas al personaje. Sin embargo, en inglés encontré un texto profundo y bien documentado que recomiendo para quien quiera profundizar tanto en la persona de Vargas como en su impacto en el presente brasileño y que fue realizado por quien dedicó una muy buena parte de su vida a estudiarlo, .

Getúlio Vargas. Retrato ubicado en el Palácio do Catete,
Foto: JILG, 2011
Vargas se suicidó. En su cuarto. En el Palacio de Catete. Con una pistola. Teniendo su pijama puesto. Siendo presidente. Dejando un testamento. Cumpliendo una amenaza de suicidio. En medio de una crisis política... como una de las más intensas de las muchas que había enfrentado los últimos 25 años de su vida. Que un político cometa suicidio no es un hecho infrecuente. Sin embargo, que lo haga un presidente en funciones y que no penden sobre él genocidios, no es común. Con blancos y negros como casi cualquier político, la personalidad del político brasileño más importante del siglo XX se convierte en un objeto de altísimo interés para quienes nos llaman la atención las biografías políticas. El pijama de su suicidio es su metáfora y reliquia.

Estuvo al frente del Poder Ejecutivo de Brasil por quince años (1930-1945), lo dejó por seis (1945-1951) y luego lo recuperó para un nuevo período de cinco años, pero se mató al tercero (1954).  "Doutor Getúlio", mintió sobre su fecha de nacimiento: dijo que nació en 1883, pero sus registros dicen que en 1882. Siendo civil, presuntamente defraudado en una elección injusta de la que era candidato y siendo asesinado Joao Pessoa su amigo y compañero de fórmula, encabezó un golpe militar que le dio el poder de un "gobierno provisional" en 1930. A los dos años conduciría un intensa inestabilidad política y social hacia una elección de una asamblea constituyente que, terminada la nueva constitución en 1934, fue electo indirectamente para un período que terminaría en 1937. De sus primeros 12 años de mandato se conservan dos tomos de su diario personal (aquí un muy sintético comentario analítico en portugués sobre el contenido del diario). En 1937, con la excusa de un complot comunista, un golpe militar interrumpió un proceso electoral en el que sería sucedido Vargas y fue ratificado por los generales por un período indefinido que se extendió hasta 1945, cuando ellos mismos lo depusieron.  En el período de 1937-1945 fue cuando Getúlio tuvo un poder dictatorial sobre Brasil: impuso una nueva constitución, eliminó opositores, encarceló u hostigó voces incómodas, decretó leyes y códigos orientados al beneficio de los trabajadores pero rehuyendo de cualquier connotación comunista, nacionalizó y fundó decenas de empresas estatales, abrió carreteras y redes ferroviarias, impulsó una imagen icónica de Brasil que ya se cocinaba con la fruta de los tocados de Carmen Miranda en la playa de Copacabana, llevó a su país a la Segunda Guerra Mundial. 
"¡Se mató Vargas! El presidente cumplió su palabra: 'sólo
muerto saldré de Catete'"

Se llamó "Estado Nuevo (Novo)" a este período en el que con el plomo del autoritarismo se dio el golpe de muerte a las instituciones coloniales-imperiales oligárquicas, la población urbana se multiplicó y se sentaron las bases del Brasil que es hoy. Vargas estuvo inmovilizado durante casi tres años por un accidente automovilístico que sufrió en 1942, tras el que interrumpió su diario y más tarde los militares su mandato. Pero su popularidad lo devolvió a Catete tras ganar una elección en 1950, luego de haber sido senador simultáneamente y supuestamente sin haberse postulado como candidato tanto por su estado natal Río Grande do Sul y por el de Sao Paulo, donde era repudiado en 1932, pero amado posteriormente. Su último período, como el dramático final anticipa, no fue terso. Aquí fue cuando fundó Petrobras, pero a Vargas, el "padre de los pobres", como ya era bautizado, tuvo la ocurrencia de aumentar el salario mínimo de Brasil en un 100%, desatando una crisis política en la que los militares pidieron su renuncia. Fue acusado de corrupción y perdió control de la clase política y militar brasileña. En la inestabilidad fue asesinado uno de los principales opositores a Vargas. Nuevamente 19 militares firmaron una solicitud de renuncia a la que Vargas respondió con un tiro en su propio pecho y una nota suicida. Cuarenta y tres años después de su muerte, su hijo se suicidó de la misma forma que él a sus 81 años.

Entrar a Catete es entrar la convulsión del Brasil moderno que, tras la muerte de Vargas emprendió la mudanza de la capital a Brasilia y atravesó aún muchos dolores antes de implantar la democracia liberal que tampoco ha terminado de cumplir promesas. Es entrar a una recargada y anticuadamente elegante residencia del pasado imperial. Es entrar al actual Museo de la República, con objetos de las campañas de Lula y joyería de Pedro II. Pero sobre todo, y más importante para mí, es conseguir fetichizar la biografía de un apasionado político que transformó su país más por las malas que por las buenas. No se trata en momento alguno de admirar a Vargas, ni mucho menos idolatrarlo, sino de entrar a su recámara y encontrarse con su pijama agujerado para conseguir tocar muchas aristas de la mente humana. Una oración secular frente a un pijama. No sé, he tratado de recomenzar mi diario.

Cubo de las escaleras del Palacio de Catete. Foto: JILG, 2011


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